sábado, 10 de diciembre de 2011

De la crisis económica a la oportunidad del instante imprevisto

De la crisis económica a la oportunidad del instante imprevisto
Luis Rubalcaba

¿Qué está pasando en la economía? ¿Por qué estamos donde estamos con 5 millones de parados? ¿Por qué las noticias nos asaltan cada día con una nueva preocupación, antes Grecia, ahora Italia...? ¿Nos podrías aclarar un panorama que resulta confuso? ¿Cómo podremos salir de la crisis? y, por otra, ¿Qué luz arroja el manifiesto de CL a la situación económica actual? ¿Por qué puede resultar pertinente en el contexto económico existente?



1. A la primera pregunta ¿Qué está pasando? Comenzaría diciendo que estamos ante la mayor crisis económica de la historia reciente de España y seguramente también de Europa
. Tendríamos que retrotraernos a las penurias de la post-guerra española para ver una crisis semejante, aunque, para muchas familias de hoy, la situación actual no es menos compleja ni menos dramática que para las familias de entonces. Sobre todo porque estamos perdiendo muy rápidamente los altos niveles de bienestar y riqueza que habíamos alcanzado en las últimas décadas. Estamos cuesta abajo y con muy pocos frenos.

2. La gravedad de la crisis a la vista está. Podría decir muchos datos, pero los 5 millones de parados creo representan una realidad que ya lo dice casi todo (más del 20% de la población activa). Me permito añadir algunos datos más: 45% de paro entre los jóvenes y los emigrantes; 178.000 empresas han cerrado desde que empezó la crisis, (un 13% del total) cada día cierran en España unas 430 empresas; 22% de los hogares españoles están bajo el umbral de la pobreza. Cerca del 30% no llega a fin de mes. Son ya cerca de un millón y medio los hogares donde nadie trabaja y entre 300.000 y 400.000 viven sin ningún tipo de ingresos, habiendo ya agotado las ayudas al paro. ¿De qué viven? Viven de las ayudas de los familiares y de las obras caritativas como Caritas o el Banco de Solidaridad.
Por otra parte, tenemos un problema financiero terrible en España2. El dinero no fluye a las familias, los autónomos y las empresas. Entre otros motivos, porque los bancos están demasiado ocupados en devolver sus propias deudas y en recapitalizarse. Además, el sistema financiero español aún tiene que afrontar todavía un agujero que hay quien estima que puede ser de unos 100.000 millones de Euros, derivados de la burbuja inmobiliaria. Y los prestamos en los mercados internacionales son cada vez más costosos de conseguir. En resumen, no hay dinero. Tampoco para el Estado.
El Estado, que debería gastar ahora más, mucho más, para intentar ayudar a las miles de necesidades del país, resulta que ya puede gastar más. Por dos motivos. Primero, porque lo gastó todo en los años anteriores. Segundo, porque no nos dan crédito en los mercados ni en la Unión Europea: los recortes son inevitables como estamos viendo en los debates electorales. Hoy hay serias dudas sobre si podremos mantener el Estado de bienestar tal como lo conocemos hoy. Pensiones aseguradas, seguros sociales, sanidad gratuita, educación barata...Todo esto va a cambiar y habrá que estar preparados para ello.

3. Por su parte, Europa está paralizada, sin saber a qué atenerse. El Banco Central Europeo está comprando masivamente deuda de los países llamados periféricos (hoy se ha anunciado que se han comprado desde agosto 110.000 millones de Eros de deuda italiana y española sobre todo) a sabiendas que esto es un parche que no va a solucionar ningún problema de fondo. Los economistas hoy nos dividimos entre los que creemos que hay que caminar hacia más Europa, hay un gobierno europeo más fuerte con políticas fiscales comunes y bonos europeos, y los que creen, especialmente en Estados Unidos, que la solución es eliminar el euro, o que los países con problemas vayan saliendo del Euro, empezando por Grecia. Es decir, o más Europa o menos Europa. En lo que todos estamos de acuerdo es que la situación actual es insostenible. Lo ha dicho esta misma mañana el presidente de la Comisión Europea Durao Barroso. Ahora es Italia, luego puede ser cualquier otro país endeudado (España está salvo de momento gracias al 20N). Europa no es capaz de hacer frente a los contagios de la crisis de unos países a otros, a veces con muy poca lógica, como en el caso italiano, y por sí misma Europa tampoco no puede ni podrá nunca rescatar a un país grande como Italia, España o Francia; son países demasiado grandes. Europa debe dar un paso hacia adelante o hacia atrás.

4. Y la pregunta del millón, ¿cuándo empezaremos a salir de la crisis? Los economistas más optimistas dicen que en 2014 se empezará a crear empleo. La mayoría pensamos que no será hasta 2016. Algunos dicen que el año que viene será el más duro de la crisis. Puede ser. Hasta que no crezcamos al 3% del PIB no podemos asegurar que se genere empleo y que estemos saliendo de la crisis.

5. Pero, ¿por qué hemos llegado hasta esto? ¿Qué ha conducido a semejante locura económica?
Existen dos tipos de razones: las técnicas, de las que se hablan en las tertulias económicas y en los debates de radios y televisiones, y las razones culturales o antropológicas3, de las que nadie habla, excepto en ocasiones como las de hoy. Pero lo curioso es que ambas razones explicativas de la crisis están muy interrelacionadas, como he intentado explicar en el libro sobre la crisis que ha publicado Ediciones Encuentro y que ahora resumo las claves más importantes.
Son cuatro las grandes causas de lo que está pasando. Las cuatro son válidas para explicar la crisis internacional, pero especialmente pertinentes para explicar la crisis española y de hecho hablaré del caso español.

PRIMERA CAUSA. Estamos así por la debilidad de los sistemas productivos, por la baja competitividad y productividad y, en España, por tener un modelo productivo excesivamente centrado en el turismo y en la construcción, y este último dio lugar a la burbuja inmobiliaria. Todo esto nos ha conducido a tener en España el mayor déficit comercial relativo del mundo -exportamos muy poco-, lo que explica esa necesidad de financiación externa que ahora nos tiene estrangulado al sistema financiero y a la actividad económica.
Obviamente un Euro alto y sobre-apreciado no nos ayuda a ser más competitivos pero nuestro males aquí se relacionan con una baja eficiencia y productividad en el trabajo, una falta de cultura del esfuerzo, una escasa capacidad emprendedora, una innovación por el subsuelo, y un nivel muy pequeño de aprovechamiento de las ventajas de la globalización. Es como si hubiéramos estado cómodamente dentro la inercia de la expansión previa a la crisis, flotando en las burbujas despegadas de la realidad y confiados en el maná del Estado; todo dentro de una autocomplacencia y de un inmovilismo social y económico lacerante.

SEGUNDA CAUSA. En los años previos a la crisis se estaba produciendo una asimetría mundial entre el ahorro y la inversión donde en países como España se ha producido un ingente exceso de gasto de familias, empresas y administraciones. España, como Italia, tiene una de las mayores deudas totales (pública y privada) del mundo. Curiosamente, los mercados no están penalizando tanto la deuda pública en España o ahora en Italia, cuyo crecimiento -a diferencia del griego- no ha sido totalmente desmedido, sino el gasto privado (y la estabilidad política).
Parte de esto tiene que ver con una cultura en la que nos hemos acostumbrado a vivir por encima de las propias posibilidades, en un optimismo ingenuo donde todo parecía posible. Una falta de realismo total. Y en el camino nos hemos acostumbrado a disfrutar en España de entre los mejores servicios e infraestructuras de Europa. Por poner un ejemplo tonto, nos hemos acostumbrado a que nos recojan la basura todos los días cuando en otros países mucho más ricos que el nuestro se recoge una o dos veces a la semana. Pero así ha sido con todo.

TERCERA CAUSA. La crisis financiera internacional explota con la crisis de las hipotecas subprime, la titulación engañosa de los productos financieros (que dio lugar a una estafa a gran escala), la gestión deficiente de riesgos, y los reguladores financieros y agencias de rating que fueron conniventes. Esto ha sido debido a un cortoplacismo tremendo, muy típico en la cultura moderna, y la española en particular: búsqueda de beneficios rápidos. Un premio nobel dijo que si los bonus de los banqueros hubieran sido fijados a 3 o 5 años, en vez de a 3 o 6 meses, no hubiera habido crisis financiera internacional.4
El cortoplacismo es una cáncer en la economía y daña la confianza. Si uno solamente sólo piensa en el aprovechamiento inmediato y crematístico del trabajo, no hay posibilidad alguna de construcción sostenible entre las personas, ya que las personas sólo crean lazos comerciales y negocios si confían unas de otras. Hoy queda muy poca confianza en el sistema y las tensiones financieras internacionales reflejan esa falta de confianza.

CUARTA CAUSA. Las políticas económicas han sido muy inoperantes y contradictorias en todo el mundo. Pero España se lleva la palma de oro. En España hemos conocido la política de mirar hacia otro lado, de poner parches para contentar a Europa y a los mercados sin abordar reformas estructurales necesarias (como las del funcionamiento mercado de trabajo, la del sistema financiero o las de las administraciones). Aunque no era ni es nada fácil hacer frente a esta crisis, la gestión del gobierno saliente ha sido realmente lamentable, hay que decirlo.
Pero no sólo es culpa del gobierno o de los políticos, también hay que decirlo. Éstos se han encontrado cómodos con una falta de un tejido social intermedio que reclame responsabilidad e inste a actuaciones serias más allá de los sondeos de opinión. El Estado vive demasiado cómodo en España. El poder está cómodo cuando los individuos están disgregados y nadie le hace frente. Ahora lo estamos pagando.
En resumen, las causas técnicas de la crisis tienen un trasfondo antropológico que las explica, que las vehicula. Y, por ello, a largo plazo las soluciones también deben ser de una naturaleza semejante.

6. Por esto me parece que el manifiesto de CL es plenamente pertinente al momento actual. Porque sitúa en el debate público el centro de las cuestiones por donde pasan las soluciones de fondo.
Desde mi punto de vista el manifiesto tiene muchos aciertos, pero me limitaré a señalar las que son para mí, como economista, las tres grandes provocaciones del mismo.
La primera provocación es la que viene de la afirmación de que realidad es positiva porque pone en marcha a la persona, y, con ella a la sociedad. Es una invitación a vivir la crisis como una oportunidad. Esto lo podemos constatar porque históricamente crisis previas han sido grandes oportunidades de las que han salido grandes cosas. A nivel institucional y a nivel personal.
De las crisis de 1929 surgieron las garantías en el sistema bancario y las leyes para proteger los bienes comunes. De la segunda guerra mundial surgieron las grandes instituciones internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario y la Comunidad Económica Europea. De la crisis del Sistema Monetario Europea en los veranos de 1992 y 1993 surgió el Euro. De esta crisis también deberían surgir grandes cosas.
A nivel personal-laboral en España, los años de la posguerra obligaron a emigrar a mucha gente, constituyendo dicha emigración uno de los factores clave de la salida de aquella crisis. Tras la crisis posterior de los 70 muchos otros abandonaron las viejas fábricas en declive para cambiar de sector, hacia el turismo o el comercio y ello fue un bien necesario.
Estos días recibo muchas preguntas de mis alumnos. Una alumna francesa me decía la semana pasada: ¿por qué ese 47% de jóvenes en paro no se viene a buscar trabajo a mi país cuando allí hay mucho más trabajo y los salarios mínimos son muy superiores? ¿O no van a Brasil, que prácticamente no hay paro -están en el 6%-? O a veces me preguntan por qué España ha sido unos de los países del mundo desarrollado con más baja productividad? ¿o por qué los jóvenes españoles lo que más desean es ser funcionarios al terminar la carrera o, por qué el 70%, como se publicó la semana pasada, quiere tener un trabajo muy encarrilado con un sueldo donde no tenga que asumir ningún riesgo? El espíritu emprendedor no debería ser sólo para empresarios, sino algo para todos.
Para los trabajadores que hemos mencionado en las anteriores crisis, la crisis fue una oportunidad para cambiar de vida, de sector o de país, con todo lo que ello supone. Una oportunidad para mejorar en la económico y en lo personal, por derroteros imprevistos e inicialmente no deseados.
El miércoles pasado tuve la ocasión de comer con unos amigos y familiares de amigos en la toma de posesión de tres doctores que han trabajo conmigo estos años. Fue un día estupendo. Pero una de las mejores cosas fue el testimonio de la pareja de uno de ellos que, siendo ingeniera, ha sido despedida y al poco ha decidido construir una empresa para trabajar en la hostelería. No ha esperado a que pasaran los dos años de paro. No ha perdido tiempo en quejarse del sistema, en lamentarse de su situación o en esperar a que le llueva del cielo un nuevo trabajo como ingeniera. Se ha puesto contenta a crear una nueva empresa, un restaurante, y asumiendo el riesgo con otros amigos y familiares.
La crisis actual seguramente va a requerir afrontar un triple reto laboral: cambiar de sector, cambiar de residencia, y cambiar de forma de concebir las relaciones laborales. Se quiera o no, hacia modelos laborales más flexibles, donde la seguridad no vendrá de un puesto de trabajo para siempre ni de grandes indemnizaciones por despido. La seguridad vendrá de que la capacidad para cambiar varias veces de empresa a lo largo de la vida laboral y aún más veces de función dentro de la propia empresa. Es decir la seguridad se traslada de la empresa, que cada vez opera en contextos más globales e inciertos, al trabajador, que necesita una formación más polivalente y audaz, más capaz de afrontar los más diversos retos y de ser emprendedor en mayor o menor medida.
En este contexto los sindicatos y empresarios también deben redefinir su misión, así como las administraciones. No podemos seguir teniendo en España una de las legislaciones laborales más antiguas y más contrarias a la creación de empleo del mundo desarrollado. Pero aunque tuviéramos la legislación perfecta se requiere una mentalidad en el trabajo diferente, abierta al cambo, abierta al imprevisto.

7. Con esto ya estamos hablando de la segunda gran provocación del manifiesto: el crecimiento económico viene de lo que llama "instante imprevisto".
Este término, en lenguaje económico, se podría traducir por capacidad innovadora, espíritu emprendedor, o disposición al cambio y a los nuevos retos globales.
El manifiesto dice que hay que adaptarse a los nuevos tiempos, a las nuevas exigencias y, ciertamente, el progreso tecnológico y la globalización van a estar continuamente modificando los esquemas y formas de producir y de trabajar. La innovación hoy no puede ser vista como un lujo; es una necesidad.
Un artículo de el diario electrónico Páginas nos decía que uno de los secretos de los BRIC puede ser el esfuerzo que dedican a la innovación. Según datos de la OCDE, China ha incrementado su gasto en I+D en el período comprendido entre 1995 y 2005 un 23 por ciento, sus patentes ha aumentado un 70 por ciento. Corea del Sur, según la previsión del FMI, en 2025 será la economía número 11 del mundo, mientras que España será entonces la número 17. Tiene un ritmo de crecimiento de patentes del 39 por ciento, el doble que el de nuestro país. Pero sin ir tan lejos, Alemania, en estos años de crisis está invirtiendo en innovación, como también lo hizo en la crisis de los 70.
Para salir de la crisis tenemos que ser innovadores, hacer cosas nuevas, mejorar la calidad de los productos, diferenciarlos y ofrecer soluciones imaginativas, en definitiva, reinventar y reinventarnos en nuestro trabajo. La única alternativa para salir de la crisis sería bajando precios y calidades, pero esto ya no lo podemos hacer porque estamos en el Euro (no podemos devaluar la moneda) y porque puestos a competir en precios siempre habrá países como China o los países del Este de Europa que nos van a ganar por goleada.
Innovación sí o sí, aunque en este país ante la crisis los primero que han hecho empresas y administraciones es recortar o incluso eliminar los presupuestos de I+D+i. Y eso que esto de la innovación no es nuevo. El gran economista austriaco Schumpeter ya hablaba de los procesos de destrucción creativa de la economía que hacen que la economía evoluciones a través de impulsos innovadores. Pero hay lecciones que no se aprenden nunca.
No obstante, la expresión "instante imprevisto" del manifiesto pone el acento en una doble cuestión que no estaba formulada en tiempos de Schumpeter ni tampoco hace unos pocos años. La primera es que hoy la innovación no es solamente tecnológica ni se hace solamente dentro de un departamento de una gran empresa. No se trata solamente de hacer teléfonos inteligentes, coches y energías no contaminantes y ciudades también inteligentes. Steve Jobs ha sido un ejemplo formidable de innovación personal y social, pero Steve Jobs ha habido uno, y la innovación puede ser cosa de todos.
Innovar hoy es innovar en nuevas formas de hacer, de organizarse, de pensar, de crear nuevos servicios, de interaccionar con todos. En el mundo que yo investigo, ahora están de moda los conceptos de innovación abierta y de innovación social, que subrayan que la innovación hoy tiende a ser fruto de un tejido social innovador. La empresa no basta, no se basta a sí misma. Nadie se basta a sí mismo. Hay que innovar creando tejido social innovador con clientes, con proveedores, con compañeros de trabajo, con la comunidad donde se trabaja....
El segundo acento del concepto del "instante imprevisible" creo que puede referirse a una cuestión antropológica aún más aguda. Apertura al instante imprevisible creo que es la atención a lo nuevo que me viene en el trabajo, en los mercados o en la sociedad; atención que me reclama a imponer la novedad hallada sobre los planes preconcebidos o los proyectos rígidos. Es dar primacía a la realidad, a lo me viene de fuera por encima de mis proyectos previos. Implica dar un salto al imprevisto y al riesgo. A apostar por cosas no está aseguradas por nadie. Implica concebir la vida y el trabajo como una apertura a la realidad tal como es y como viene.
Pero el reto mayor es reconocer que uno cada ve puede hacerse menos a sí mismo, si que alguna vez pudo, y tiene que plegarse a lo que la realidad te va marcando. Que es imprevisible. Que puede ser un cambio de trabajo, la oportunidad de irse a China o a Brasil para hacer negocios o el afrontar una situación de paro para crear una nueva empresa o para aprovechar el tiempo de crisis formándose más en el extranjero, siguiendo ejemplos que también pone el manifiesto.

8. Por último, la tercera provocación es la frase que habla de la subsidiariedad real: que lo que pueda hacer la sociedad no lo haga la administración. Esto me parece también fundamental en nuestros días. Si no vamos en esta dirección, si seguimos pensando que el Estado debe resolver todos nuestros problemas y asegurar nuestros "derechos", podríamos acabar en bancarrota como Grecia, o mal como tantos sectores o grupos de la sociedad que viven aprovechándose del Estado sin tomarse en serio su responsabilidad. El Estado debe promover la capacidad de iniciativa, no sustituirla. Como hace cuando promueve colegios concertados, cooperación público-privada en servicios locales, o la cooperación al desarrollo a través de las ONGs. De esta manera se favorece la diversidad generadora de innovación y se permite que un servicio público nazca de la sociedad, -desde abajo-, lo que además puede ser fuente ahorradora de costes para el Estado. La sociedad puede volver a ser la protagonista de su bienestar.
Pero para ello, hay que superar la dialéctica entre individualismo y estatalismo, las dos ideologías que impiden el protagonismo de la sociedad en nuestros días, tal como nos dijo Phillipe Blond en la apertura del Encuentro Madrid de este año.


9. Philip Blond
hablaba de los efectos del individualismo y el estatalismo en la economía, dos caras de la misma moneda. Dos caras que fracasan. El estatalismo no responde al problema que supuestamente lo justifica, que es la justicia social y la pobreza; no lo consigue. El individualismo tampoco consigue responder a la supuesta necesidad de que el individuo pueda hacer lo que quiera prescindiendo de su dimensión social (como en el ejemplo del miedo de bajar a la calle en un vecindario individualista donde nadie conoce a nadie). Ambas ideologías, individualismo y estatalismo nacen de una concepción donde el hombre lobo para la hombre -Hobbes- o donde el hombre, bueno por naturaleza, al vivir en sociedad, acaba reclamando un estado fuerte -Rousseau-.
Yo añadiría que el individualismo lleva a trabajar en función de un proyecto personal, de una carrera profesional que se espera coincida con la de los mercados: confía en el empeño individual y en los mercados que remuneren ese esfuerzo individual. El estatalismo lleva a trabajar en función de objetivos quizá más idealistas, confiando en que el Estado estará ahí para solucionar cualquier cosa que vaya mal, el despido, la jubilación, la enfermedad... Seguramente la mayor parte de los individualistas son también estatalistas porque las dos cosas no son incompatibles y tienen la misma raíz. Y ambas señalan aspectos justos: es justo que el mercado remunere el esfuerzo, es justo el Estado ayude a sostener los problemas. Pero las dos formas coinciden en dos cuestiones claramente negativas para una cultura del trabajo verdaderamente humana y productiva:
1. Resultan parte de un proyecto individual al que otros tienen que responder. Otros, el mercado y/o el Estado tienen que sacarme las castañas del fuego. Y si algo mal, como en la crisis, ellos son los culpables. En la crisis, la mitad de los tertulianos culpan a los estados, los gobiernos y los reguladores de la crisis y de no sacarnos de ella; la otra mitad a los mercados, a los financieros y los especuladores. Los culpables siempre son otros. Una posición que niega la libertad y el protagonismo. Como el muro de Pink Floyd que arrasaba todo y donde cada uno se ve como un ladrillo en ese muro. Los culpables son los que guían el muro. No hay libertad y llega un momento donde ni siquiera el motivo egoísta de hacer cerrera profesional y ganar dinero resulta suficiente para esforzarse en el trabajo, ser creativos y generar desarrollo. Esto es verdad en nuestras sociedades pero en particular en España, a la cola del mundo desarrollado en productividad e innovación.
2. Ambas posturas, ignoran, o niegan prácticamente, la sociedad civil. Se ignora la corresponsabilidad en el trabajo, se ignora a aquellos con los que se trabaja... en la universidad los amigos de la Asociación Atlántida y de la Asociación Universitas hablan de un pacto de indiferencia. La indiferencia de unos con otros niega la dimensión social del hombre, y reduce el trabajo, lo hace menos rico, menos creativo, menos verdadero. E introduce una cultura de la sospecha, de que el otro es un competidor o un enemigo.
La confianza es el motor del crecimiento económico y necesita de hombres que confían unos de otros. Esto no lo consigue el estatalismo ni el igualitarismo absurdo que predica como tampoco el individualismo que predica la competencia y la ley de los más fuertes, los más listos o los más poderosos. Tanto lo uno como lo otro genera una espiral de desconfianza en el trabajo y en la sociedad que mina el crecimiento económico.
Lo confianza solamente puede nacer de una concepción del hombre que no vive todo, su trabajo incluido, a partir de su propio proyecto, o de su cálculo, o reaccionado a partir de lo que le van dictados los mercados o el Estado, sino siendo protagonista a partir de un designio bueno que se ha manifestado hoy en la sociedad, al que tú y los que trabajan contigo pertenecen. Mounier decía que trabajar es hacer un hombre al mismo tiempo que una cosa. Trabajar hoy es desarrollar hombres y relaciones humanas nuevas al mismo tiempo que crear riqueza. Esto es el progreso. Esta es la vocación del trabajo. Estamos llamado a vivir plenamente y a ser protagonistas del mundo y de la historia, no a buscar el propio avió en la esquina menos incómoda del sistema. España vive demasiado de la economía del rincón más o menos confortable y de la astuta picaresca, propia de la dialéctica individuo-Estado.
El individualismo siempre es un menos. El hombre, solo, tiende a depender del Estado o a estar sometido, impedido, a los vaivenes del mercado. “Hacer con” es una forma de afrontar la crisis. Grupos de amigos, de empresas, de sectores sociales, ONGs y fundaciones, de medios de comunicación, sindicatos y partidos. “Haciendo con” se puede regenerar la confianza perdida en lo que uno y los demás hacen. Además, la falta de información sobre los productos, los ahorros, los mercados, las oportunidades impele a trabajar con otros en la formación de diagnósticos y soluciones certeras. Y, sobre todo, la corresponsabilidad es la mejor forma de ayudarse unos a otros sin esperar a que una mano invisible o salvadora venga de instancias lejanas. Es el tiempo propicio para que la sociedad civil, no el mercado o el Estado, cobre un nuevo protagonismo.
Hoy, los individuos y los Estados se muestran más débiles que nunca. Por ello, es más necesario que nunca restablecer la confianza dando pleno protagonismo a las personas que tienen un deseo despierto para vivir plenamente y construir la sociedad.


10. Quiero terminar con una frase de Albert Einstein que ayer me recordaba un amigo, y que fue publicada el año pasado en el cartel de la Compañía de las Obras sobre la crisis, con esa estupenda imagen de un barco surcando firme los mares en medio de un tremendo oleaje.
"No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a las personas y países, porque la crisis trae progresos, la creatividad nace de la angustia como el día de la noche oscura. Es de la crisis que nacen la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a si mismo sin quedar superado. Quien atribuye la crisis a sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más los problemas que las soluciones, la verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los paises es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin la crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos nuestro talento y nuestras habilidades para encontrar soluciones, acabemos de una sola vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla." Albert Einstein
Poco textos como este del científico de la teoría de la relatividad y como este manifiesto sobre la crisis de Comunión y Liberación pueden suscitar tanta esperanza.
Muchas gracias.

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